sábado, 13 de agosto de 2011

Observación, percepción y consciencia: Los tres pilares del actor

 Parte I: Introducción

A la unión de estas tres palabras es a lo que, en realidad, se refieren los actores y teóricos cuando hablan de lo importante que es “escuchar” a la hora de interpretar.
Tanto dentro como fuera de la escena, estos tres términos son la base para el actor, y por supuesto, hay que aplicarlos a todos los sentidos (incluido ese que llaman sexto)

Ya de por sí, la palabra interpretar en cine o teatro, implica una forma de entender  o dar significado a la realidad de los sentimientos, en las diversas circunstancias que se plantean (aunque éstas puedan ser hipotéticas o fantásticas). Entonces queda claro que para actuar, se necesita conocer primero, y en profundidad, esa realidad.

Obviamente, aquí no vamos a solucionar una cuestión terminológica, que seguro, se debate desde hace siglos en filosofía; pero al menos, intentaré acotar, de manera muy breve, el marco en el que nos vamos a mover:

Diccionario María Moliner:

Observar:
1.      Mirar o prestar atención a algo para darse cuenta de cómo es, está, se hace u ocurre
2.     Advertir. Notar. Percatarse. Adquirir alguien conocimiento de una acción o de la existencia de una cosa que ocurre o está en su presencia

Percibir:
1.      Advertir. Apreciar. Notar. Enterarse de la existencia de una cosa por los sentidos o por la inteligencia servida por los sentidos.
*Percepción: Idea: representación de una cosa en la mente

Consciencia:
1.      Conocimiento que el espíritu humano tiene de si mismo
2.      (“tener”) conocimiento de las cosas mediante el cual el sujeto se relaciona con el mundo. Conocimiento reflexivo de las cosas

Observar por tanto, es mirar con atención para notar la existencia de aquellas cosas que ocurren a nuestro alrededor.
La percepción implica hacerse unas ideas previas de aquello que está ocurriendo.
Y, finalmente, la consciencia es la reflexión del sujeto acerca de las ideas que se ha hecho sobre lo ocurrido, de los datos recogidos y de la acción en si misma; creando finalmente, el conocimiento de aquello que ha estado escudriñando.


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Observar, percibir y ser consciente de uno mismo y de los demás (en todo tipo de situaciones) le da al actor la capacidad de señalar los sentimientos con mayor precisión; haciendo que su actuación sea veraz y creíble. Y esto se da porque al reflexionar sobre estas cuestiones:

1º: El actor toma consciencia sobre sus propios sentimientos hallando del motor que los mueve y de las “consecuencias” físicas de cada estado. Esto le facilitará experimentar con otras sensaciones desde su interior, por lo que:

2º: Enriquece su repertorio con las conductas y el sentir observados (conscientemente) a otras personas.

3º: Adquiere la costumbre de mirar en su interior y en el de los demás, lo que le aportará la concentración necesaria para aquello que llaman el reino de la “privacidad pública”; es decir, ese momento en el que uno está  rodeado por el equipo de trabajo, y aun así, tiene que ser consciente de sus sentimientos y de los que le provoca el compañero de reparto.

Como leí una vez, para el actor la cuestión no es meterse en la piel del personaje, si no encontrar en si mismo los sentimientos de éste.

El actor necesita ser consciente, por una parte, de las conductas más básicas y cotidianas, como puedan ser comer, beber.
Esto ya lo expresaba Lee Strasberg (1987) cuando hacia referencia a la observación como algo fundamental para los actores. Describía la formación de los mismos, como la concentración en procesos que se han vuelto automáticos, tales como beber algún brebaje:
"Solo concentrándose en cada elemento de la conducta habitual el actor podrá recrear las sutilezas de un comportamiento común en el escenario. El actor ha de analizar y practicar durante horas un comportamiento, con el fin de que tengan una apariencia natural y convincente".

Pero también es necesario que el actor reflexione sobre el complejo de sentimientos del ser humano en las situaciones más variopintas posibles, y esto ha de hacerlo desde las diferentes perspectivas posibles, por ejemplo:

A] Cómo reacciono yo al frío.
B] Cómo reaccionamos nosotros al frío (el observante está incluido en el grupo).
C] Cómo reaccionan ellos al frío (la gente es “lejana” al sujeto, desconocida).

Eso sí, esto no queda ahí, porque habría que incluir el factor circunstancia: no es lo mismo sentir frío y estar perdido en una montaña, que sentirlo en el sofá viendo una película.

Estar habituado a entender y mirar con atención lo que ocurre a nuestro alrededor, amplia el abanico de posibilidades que ofrecer a la hora de interpretar cualquier tipo de situación.

Además, la costumbre de observar y comprender el entorno, hará que el actor pueda reaccionar de una manera natural y sincera (y por tanto, creíble) ante cualquier cosa que pueda suceder en la escena (esté planeada o no); ya que estará viviendo desde dentro ese momento.


“Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa”
[Juan Donoso Cortés (1809-1853) Ensayista español]

Un abrazo
Norma López-Sancho

PD: En el próximo artículo: Parte II: Ejercicios prácticos